Bronchales en el tiempo

La historia de Bronchales se remonta a los Iberos. Las excavaciones realizadas nos dan la existencia de varios yacimientos de pueblos Íberos en las cercanías.

En julio de 2021 la excavación de un yacimiento arqueológico en Bronchales ha aportado pruebas de que los pastores que vivían en el lugar en el siglo V antes de Cristo ya trashumaban a las mismas zonas de invernada a las que se desplazan los rebaños de ovino y vacuno en la actualidad. Entre las pruebas más evidentes de la conexión cultural entre las dos regiones, destacan dos pectorales -protecciones para el pecho- idénticos a los aportados por los yacimientos Íberos de Porcuna (Jaén) y bocados de caballo y fíbulas con diseños equivalentes en Andalucía. Este yacimiento ha puesto a Bronchales en el mapa de la arqueología íbera hasta el punto que se va a construir un museo en las excavaciones .

Tambien se ha encontrado restos de epoca romana en el Alfar de Terra Sigilata, localizado en la finca hoy llamada «El Endrinal», y que por la calidad de su arcilla es excelente para la confección de cerámica de buena calidad. Asimismo, el agua abunda en los barrancos de «El Manzano» y «El Salobral», además de combustible para sus hornos, de este yacimiento se conservan hasta 32 moldes encontrados en fragmentos.

Ya durante el dominio musulmán, se puede pensar que Bronchales perteneció al reino de taifas de Beni-Razin, pero una de las monedas encontrada en el » de Santa Bárbara» (hoy cementerio) nos habla del Reino o Taifa de Zaragoza. Es un dirhem de plata baja del rey de taifa de Zaragoza, llamado «Almed Almaktadir Ben Cueliman» del año 440 de la Herigia musulmana (año 1057 del calendario gregoriano). Basándose en ella se puede decir que Bronchales pertenecía al Reino de Zaragoza.

Hay menciones a Bronchales en el Cantar de mio Cid, en el verso V1475 dice:

«Por Santa María vos vayades passar… trocieron a Santa María e vinieron a albergar a Fronchales»

Todos aquellos reinos tuvieron que aceptar el vasallaje al poder militar de los cristianos. Más aún cuando el intrépido navarro Pedro Ruiz de Azagra en 1171 cristianiza Albarracín y su Sierra. El párroco de Bronchales (Roncales) aparece como uno de los siete párrocos de la Diocesis de Albarracín en la Jura de su primer Obispo, Don Martín

El 21 de junio de 1257, por privilegio del rey Jaime I dado en Teruel, este lugar pasa a formar parte de Sesma de Bronchales en la Comunidad de Santa María de Albarracín, que dependían directamente del rey, perdurando este régimen administrativo siendo la única que ha permanecido viva tras la aplicación del Decreto de Disolución de las mismas, en 1837, teniendo su sede actual en Tramacastilla.

Su iglesia entonces era románica, colocada probablemente junto al castillo y dedicada a Santa Bárbara, pasa en los siglos XIV y XV por el gótico. Por fin en los años 1624 y 1689 se termina la actual parroquia teniendo como titular «La Asunción de Nuestra Señora».

La leyenda del Fraile y la Monja de Bronchales

Cuenta la historia que un convento cercano a Albarracín, erigido después de que la reconquista cristiana expulsara a los moros de la región. En este convento, unos padres decidieron encerrar a su hija contra su voluntad. Allí pasaba los días orando y trabajando, sin ninguna ilusión, Pero un día , un fraile predicador llegó al convento y cautivó a la joven novicia con su elocuencia y carisma (el padre Apeles). Pronto la llama del amor se encendió y ambos se enamoraron, dado que era un amor prohibido decidieron huir juntos hacia tierras castellanas para vivir su amor libremente. Durante su escapada hacia Molina de Aragón, una tormenta los sorprendió cerca de Bronchales. Refugiados bajo un árbol, allí bajo el árbol con el roce, se encariñaron, se besaron y yacieron juntos. Esto desato la ira de Dios haciendo que el cielo enegreciera, rayos truenos y granizo cayeron sin cesar un rayo los alcanzó, acabando con sus vidas, pero su leyenda perduró.

Según la tradición, la pareja se convirtió en dos piedras esculpidas por la naturaleza, símbolo de su amor eterno. La canción popular recuerda su historia:

«Un fraile y una monja, de Noguera venían, y al ver Bronchales, quedaron convertidos en piedra»